miércoles, 27 de junio de 2012

El mañana del reloj.


Las cosas cambian. Lo que hoy está presente puede que mañana no lo esté y lo que estuvo y hoy no está, puede que mañana vuelva. Cada hora, cada minuto puede cambiar tu historia, tu futuro, tu personalidad y tus sentimientos. Puede que quieras volver atrás, que te guste mucho más el presente o que desees que el futuro sea mejor, pero no te queda más remedio que afrontar lo que tienes con entusiasmo. Una simple frase puede hacerte ver cómo cambia tu presente y lo diferente que será tu futuro, por mucho que te pese. Como te separarás de lo que quieres y permitirás la entrada en tu vida de otras cosas que apreciaras y pasarás a necesitar. 

Nada te ha preparado para ese momento. Sientes que no has aprovechado lo suficiente el tiempo. ¿Todo cambiará? Tal vez, o a lo mejor no tanto. Piensas en cada palabra dicha, en cada acción descrita en el gran mapa de las relaciones personales. Lo estás perdiendo. Pierdes, pierdes, pierdes. Llega la sensación de vacío y de miedo por no poder reemplazar lo que tienes. Todo llega, no intentes sustituirlo por ti mismo, ya llegará algo o alguien que sea digno de ello. Etapas de la vida que separan y que no sabes si volverán a juntar. Quedarte solo y pensar que has llegado a la cúspide de algo, y, sin embargo, sentirte más vacío que nunca. El principio te llena, el final te vacía. Necesitarlo. Pensar. Llorar. 





viernes, 8 de junio de 2012

Pensamiento sin valor.


Algo me pasa. El reloj está llegando, de nuevo, a esa posición fija mientras el día se vuelve casi tranparente. Y yo, con el reloj, a este sentimiento de agobio tomado ya por costumbre, refugiado en mi soledad interna. La vida puede transcurrir a mi alrededor y yo me encuentro quieto en medio del tráfico. Aquí estoy, como en otras muchas ocasiones, escribiendo palabras que no sé si al final cobrarán sentido formando un conjunto o seguirán separadas, aisladas del mundo, del movimiento. ¿Puede algo estático crear algo que no lo sea, algo que transmita, que tome vida, algo que tocar o, por lo menos, algo que sentir?

De vuelta al mundo me voy dando cuenta de que no valen la pena estas evasiones, aunque a veces sean necesarias. Hay que seguir el ritmo del mundo, aunque no estés preparado para ello. Hacia ahí me dirijo, a la corriente que siguen las personas, a dejarme llevar, sin apenas pensar. Sí, tomo el camino fácil, puede que eso diga mucho de mí, pero no me siento capacitado para dar la vuelta y comenzar a nadar a contracorriente, no me veo capaz de traspasar esa masa de gente que se encuentra tras de mí. Hagamos lo que hacen todos, vivamos lo que quieran los demás. Estas letras pueden tomar un tono de desesperanza que me sorprende a mi mismo pero creo que expreso la verdad que vivo, la verdad que vivimos la mayoría, la verdad que, desgraciadamente, se apodera de nosotros, la verdad que no podemos, ni queremos ver hasta momentos como estos, en los que te separas de la gran corriente humana y puedes nadar tranquilamente en mar abierto. Volvamos a la corriente, volvamos a eso que llaman “mundo real”.