Invade todo tu cuerpo. Aprisionado. Se apodera poco a poco de tu estómago, de tu corazón, de tu alma. Se extiende por todo el cuerpo y no te deja moverte. Desaparece y vuelve a surgir con los recuerdos. Sientes como tus pulmones, al respirar, hacen una gran presión en tu pecho. Piensas que no hay nada que hacer. Duermes. Despiertas y sigue ahí. No desaparece.
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